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viernes, 11 de enero de 2013

Dejando la dignidad intacta

Con 'Un día en el mundo' sonando en mi móvil, paseé estas navidades por mis dominios pueblo. Sin darme cuenta terminé en una zona que me trae muchos recuerdos: el mirador.
En ese mirador ('el sitio al que se va cuando se hacen pellas y no puedes volver a tu casa') viví momentos muy especiales de mi adolescencia.

En el insti no hacía pellas. Siempre he sido bondad. Lo que pensaran los profes de mí me la pelaba en cantidades industriales, pero si se enteraba mi madre o mis abus... yo no me lo iba a perdonar nunca.
Guardaba el comodín de hacer pellas casi tan bien como el "Quedas libre de la cárcel" del Monopoly.
Una vez hice pellas por miedo, otra vez hice pellas por amor o algo así. Y os lo voy a contar, porque tengo mucho que hacer y retrasar el momento de ponerme a ello le da riesgo a mi vida.

Él me encantaba. Me encantaba tanto que me daba miedo. No teníamos absolutamente nada en común, pero lo veía y no me hacía pis encima porque fuera de casa no me sale ni queriendo. Le gustaba el reguetón, la bachata y todas esas canciones que hablaban de amor y de restregarse a la vez. Era repetidor. Y muy cateto. Escribía fatal pero yo (defensora de la palabra bien escrita) veía hasta adorable todas esas 'h' que dejaba florecer en los 'te echo de menos' que me mandaba.
Era gracioso. Pero yo más. Me gustaba hacerle reír, tenía los dientes muy blancos. El muchacho fumaba mucho (y de todo). De vez en cuando me traía una bolsita con maría y yo amablemente le decía que prefería un chicle. Todos los días, las chicas de mi clase se iban a fumar con él en el recreo y yo me quedaba con mi estúpido aire puro.
Cuando lo veía, terminaba todas mis frases con "jijiji". Él se reía. Y me miraba con unos ojos...

Un día decidimos saltarnos la clase de matemáticas, junto con otra compañera, y nos fuimos al mirador. Hacía sol. Este dato es importante.

Pasamos el rato hablando de temas insustanciales. Y de follar. Tema que él, con sus 15 años era todo un experto. La conversación era algo como:
- ...Y entonces me la tiré
- jijijji
Porque así es como hablo cuando estoy in love, dejando la dignidad intacta.

La otra chica que nos acompañaba se fue. Nos quedamos solos.
Yo, que enamorada puedo estar, pero vaga soy a rabiar, estaba tumbada en el césped y no me quería mover.

Él se acerca. Me sigue hablando de sus cosas. Hago que se ría. Qué dientes más blancos tiene el mamonazo. Y me besa. Jijiji...

Dedicaría unas líneas a explicar que se paró el tiempo, mis ojos brillaban y mi melena ondeaba al viento pero, si os soy sincera, lo único que intentaba era recordar si me había depilado el sobaquillo...
Porque una es princesa en apariencia hasta pelando patatas, lo que piense la cabeza ya es otro tema.

Cuando llego a mi casa noto que, a parte de un moratón en el cuello (me habré golpeado con algo, vaya), tengo media cara muy roja. Supuse que sería calor, ya que al despedirme de él, en cuanto lo perdí de vista, volví al hogar dando saltitos. Al cabo de dos horas no había duda: el sol me había quemado media cara.

Logré no ir a clase en unos días y se me bajó un poco el color rojo. Cuando se lo conté, se reía. Qué dientes. Qué sonrisa. La culpa era de Los Serrano, por meterme esas ideas en la cabeza...

Y con esto yo creo que ya le he dado material a Federico Moccia para que saque una trilogía nueva. En lugar de empezar con "perdona" contendrán la palabra "cagar".

¿Sabéis que es lo bonito? Que como nunca hablo en serio no sabréis si esto es real o me lo estoy inventando. En realidad no tenía los dientes tan blancos.



(Feliz año, por cierto)